Antes de empezar a contaros
esta historia, voy a deciros el significado de tres palabras.
Tres simples palabras que
pesan mucho: tanto en la vida real como en esta historia.
• Amor :
sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.
• Magia: arte o
ciencia oculta con que se pretende producir resultados contrarios a las leyes
naturales.
• Muerte: final de
la vida. Separación del cuerpo y el alma.
LA MAGIA SÍ
EXISTE
Aún recuerdo aquel día como si
se tratase de ayer mismo. Era un 19 de diciembre, el día anterior me había
enfadado con Roberto porque no se acordó de ir a comprar los regalos de
navidad:
-Mañana iré Su, no dramatices
– me dijo.
-Mira Roberto, si a ti, que
tus hijas no tengan los regalos que quieren no te importa, me parece muy bien ;
pero mañana mismo vamos a comprar los regalos – dije muy enfadada -. Y por tu
bien espero que no se hayan agotado.
Y me fui de allí muy cabreada, sin darle
tiempo a contestar. Aunque en el fondo, aún esperaba que me regalase aquel
collar tan caro y bonito que vimos en la joyería del centro comercial.
Al día siguiente no pude
acompañarlos a comprar los regalos porque tenía mucho trabajo en la agencia: un
vuelo había sido cancelado y tenía varios clientes que querían reclamar su
dinero.
– Volveremos antes de la cena – me dijo Roberto mientras
arrancaba el coche - . Y con todos los regalos - sentenció guiñándome un ojo.
– ¿Lo prometes?
– Lo prometo.
Y así se marcharon. Demi, Lu y
Roberto.
Las tres personas más
importantes de mi vida, camino del mismo y fatal destino.
* * *
Horas más tardes, allí estaba
yo, corriendo lo más rápido posible hacia el hospital. Me habían llamado cuando
aún estaba en la agencia: al parecer, un coche chocó contra el de Roberto en
una curva. Y el peor parado fue este último.
Llegué al hospital acelerada.
Corrí hasta el mostrador y le dije a la señora que estaba allí los nombres de
mis hijas y el de mi marido. La señora los tecleó en el ordenador y me indicó
que subiese a la tercera planta.
Subí rápidamente y al llegar
allí, vi como los médicos se llevaban a Roberto en una camilla. Se me vino el
mundo encima, ¿qué haría yo ahora?
Corrí hacia él; pero los
médicos me impidieron verlo.
Desesperada decidí ir a la
sala de espera y descansar un poco allí. Al llegar, la vi. Allí estaba, la
conductora del otro coche...y la muy desgraciada solo tenía un par de arañazos.
Corrí hacia ella roja de rabia
y la agarré del brazo.
-Escucharme desgraciada. Como
les pase algo, te juro que me las vas a pagar. Por tu bien espero que no les
pase nada porque si les llega a pasar algo...
Y no me dio tiempo a
continuar. Los médicos me apartaron de ella y pasé de la ira a la desesperación.
Lloré, lloré mucho, no sé cuánto tiempo me pasé llorando. Sola. Desconsolada.
* * *
Por fin me dejaron ver a Lu,
la pequeña de mis hijas. No había sufrido tantos daños porque estaba sentada en
el lateral derecho del coche y el impacto fue por el izquierdo.
Aun así no estaba intacta:
aparte de arañazos y cortes, también tenía un golpe algo grave en el costado y
decían que podría perder un riñón.
Me acerqué a ella, tan hermosa
como siempre. Estaba dormida. Metí una de mis manos dentro de su pijamita y
toqué su pecho. Notaba sus latidos y eso me tranquilizaba. Me acerqué un poco
más y besé su frente.
En ese momento, un médico
entró en la habitación y me pidió que me dirigiese a su despacho para poder
hablar más tranquilos. Una vez allí, se decidió por fin a hablar:
– A ver Susana, la cosa está difícil, muy difícil.
Roberto tiene escasas posibilidades. Hay que ser realistas, uno no puede
saltarse todas las listas de espera para conseguir un órgano. Y a él le harían
falta varios. Claro que...
– ¿Qué? Dígame.
– Hay una cosa. Podríamos intentar operarle de urgencia
mañana mismo; pero puede que debido a su estado actual no supere la operación.
– ¿Y si no lo operamos mañana?
– Morirá.
– Entonces debemos intentarlo- concluí-.
Acabamos de firmar los
documentos y me fui a casa a descansar.
* * *
El día siguiente fue horrible:
mil llamadas de personas distintas diciendo lo mismo, que si vaya mala suerte,
que si pobrecita yo......
Decidí apagar el teléfono.
Como si alguien supiese mejor que yo lo que estaba sufriendo. La peor de mis
pesadillas apareció en mi vida sin que nadie pudiese remediarlo.
Aún fue a peor cuando Roberto
no superó la operación, ahí se acabaron mis ganas de seguir viviendo. Sin
Roberto aquí, ¿qué haría yo?
-Pfff, maldito karma. En otra
vida debí de ser un asesino en serie porque si no el karma me la ha jugado
bastante-pensé-.
Yo sabía que era fuerte; pero
sinceramente, después de esto, me había superado. Tenía que ser más fuerte que
nunca para poder luchar por ellas, por mis hijas.
* * *
El 22 de diciembre, me dijeron
lo mismo que con Roberto; pero esta vez con Demi. Aunque esta vez, tenían que
operarla sí o sí.
Pero debido a su estado de
salud no llegó siquiera al día de la operación. El 23 de diciembre falleció Demi. Y el mundo volvió a venirse
abajo para mi.
Decidí que la vida me había
robado a dos de las tres personas más importantes de mi vida; pero yo iba a
luchar por esta que aún vivía. Y por mi misma. Porque yo también había sido
víctima del accidente aunque de otra forma.
El 24 de diciembre decidí
pasarlo entero junto a Lu. Mi pequeña y adorable Lu. La miraba y algo en mí
volvía a despertar. Aunque sus ojos ya no reflejaban lo mismo: ya no inspiraban
paz y alegría, ahora estaban vacíos, sin vida, tristes...
Y eso volvía a hundirme; pero
intentaba devolverle lo que la vida le había quitado. Mejor dicho: nos había
quitado.
Esa noche me iba a casa.
Llevaba unos días sin ir allí y me daba miedo que al llegar todo hubiera
desaparecido como Demi y Roberto. Estaba preparando la maleta ( si maleta se le
puede llamar a cuatro cosas) cuando de repente entró una enfermera en la
habitación. Al ver a Lu tan triste, le dijo:
-¿Quieres ver un truco de
magia?
Y la respuesta de mi hija me
dejó helada.
-La magia no existe.
Esto me enseñó que la muerte
es tan dolorosa que nos obliga a ser más fuertes, más maduros, más distantes e
incluso más fríos.
Antes de irme, me acerqué para
darle un beso. Me estaba marchando ya cuando:
-Mamá - me llamó - ¿por qué
nos hace esto?
-¿Quién?- le pregunté.
Pero ya era tarde para saber
la respuesta. Debía irme.
Al llegar a casa, vi un
mensaje del director del hospital:
– Buenas noches Susana, soy Manuel, el director del
hospital. Tengo malas noticias: Lucía ha estado vomitando últimamente y
pensamos que podría deberse al problema con los riñones. Podría vivir dos meses
más sin ser operada; pero luego habría que operarla. Vaya buscando donantes.
– ¡Vaya navidad! - pensé.
Estaba agotada. En el hospital
no se dormía bien, y menos con ese miedo a que me despertara y Lu ya no
estuviese conmigo.
Decidí acostarme, mañana sería
un nuevo día.
* * *
Desperté un poco soñolienta,
así que bajé a la cocina y me preparé un buen café. Me tendí en el sofá
mientras me lo bebía. Entonces vi que bajo el árbol, había muchos regalos.
Puede que todo fuera un sueño.
Que Roberto estaba vivo y Demi con él. Estaba feliz. ¿Habría sido todo un
sueño?
Cogí el teléfono y llamé a
Roberto. Salió el contestador.
Las probabilidades de que todo
hubiese sido un sueño se estaban consumiendo.
Sonó el teléfono: era mi
madre.
-Dime mamá.
-Cariño, ¿cómo estás?
-¿Con qué?
-¿Como que con qué? Hija mía,
puedes hablar conmigo. Yo también perdí a mi marido...
Y entonces caí: si Roberto no
pudo traer los regalos, ¿quién los había puesto ahí?
Corrí hacia ellos y los miré
uno a uno. Había uno para Roberto, otro para Demi, otro para Lu y otro para mí.
¿Para mí? ¿De quién?
Cogí mi regalo y tras mirarlo minuciosamente,
decidí abrirlo. Había un sobre con una nota. Abrí el sobre y las lágrimas
comenzaron a caer por mis mejillas: era un certificado en el que le donaban un
riñón a Lu. Le daban una oportunidad nueva para poder vivir a la única hija que
me quedaba.
La vida a veces nos da malas
noticias y otras veces buenas. Lo importante es mantenerse fuerte. Ningún
golpe, por fuerte que sea, debe pararnos. Hay que superar lo insuperable.
Porque eso es la vida.
En la nota ponía: “La magia sí
existe”.
Me ha encantado este relato porque es un hecho real. También enseña que uno tiene que ser fuerte en la adversidad y nunca perder la esperanza ya que en la vida hay algo de magia.
ResponderEliminarMaría José Medina
Por supuesto.
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