En la calle central de un pueblo cualquiera, de una ciudad
cualquiera, la casa numero 15 estaba repleta de alegría, ya que los cuatro
hijos de Nacho esperaban ansiosos la llegada de los Reyes Magos. Entre los
cuatro hijos habían pedido muñecas, balones, cochecitos, camisetas de fútbol,
deseando que los Reyes Magos se lo trajesen.
Los padres hacían todo lo posible por conseguir todos los regalos,
ya que eran muchos y solo un sueldo para comprarlos. Una semana antes del día
de Reyes los padres dejaron a los niños con sus abuelos para ir a comprar los
regalos, dejándolos en su casa guardados en un altillo. De todos los regalos,
los padres solo compraron los que creían que a sus hijos le gustarían más. La
noche de reyes, una vez que sus hijos estaban acostados, los padres empezaron a
colocarlos debajo del portal de Belén, descubriendo que sus cuatro hijos estaban despiertos observando
como colocaban los regalos.
Los padres hicieron entrar a sus hijos al salón y sentarlos en el
sofá, para contarles la verdadera historia de los Reyes Magos.
La historia empieza por el nacimiento de Jesús en Belén donde los
Reyes fueron a adorarle. Los Reyes Magos aparte de ser muy sabios, eran ricos,
por lo que decidieron hacer regalos a todos los niños, celebrando el nacimiento
del niño Jesús. Los reyes continuaron esa labor todos los años hasta que
físicamente no podían, solicitando a los padres que mantuvieran esa tradición e
ilusión, y que, llegado el momento, transmitiesen la historia a sus hijos.
Los padres asumieron gratamente esta función ejerciéndola hasta
nuestros días.
Los cuatro niños, al terminar de escuchar esta historia,
comprendieron muchas cosas, abrazándose a sus padres, llorando y
agradeciéndoles que durante tantos años hubiesen sido sus Reyes Magos.
Escrito por Nuria Ramírez (2º ESO A)
Es verdad. La magia existe.
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